"El hombre sabio, incluso cuando calla, dice más que el necio cuando habla." Thomas Fuller
El siguiente artículo hace parte de mi tesis de Maestría y nos sirve para hecer hermeneutica textual en nuestras clases de grado once espero sirva... además puede utilizar el texto para el ensayo y la sustentación que deben presentar en la semana tres y cuatro según el plan operativo.
LA HISTORIA EN HEGEL
Por Edilberto Daza Medina
Docente de Filosofia
Colegio General Santander
Jorge Guillermo Federico Hegel es un pensador alemán que a principios de siglo XIX aporta desde su filosofía un concepto de la historia que se considera aquí un punto de vista pertinente para contrastarlo con el pensamiento del pensador latinoamericano Rodolfo Kusch; vivió entre dos de los siglos en los cuales se pueden evidenciar ciertos cambios en las diversas posturas del pensamiento humano. Es testimonio vivo de sus ideas pues “pudo asimilar las tendencias más opuestas de los filósofos que veían el mundo de un modo y los que lo veían de otro” (Gandía, 1976, 9). Como se plasma en sus Lecciones sobre filosofía de la historia, también es un hijo de su tiempo y lo demuestra cuando mantenía que el único pensamiento que aporta la filosofía al estudio de la historia es la idea de razón; “Hegel repetía que la razón había gobernado y gobernaba el mundo” (Ibid.15). Es entonces cuando el auge del racionalismo ilustrado hace brillar su pensamiento. Al admitir que la razón es la soberana del mundo, la historia del mismo se presenta como un proceso racional, ésta es el registro de la evolución de la libertad humana, porque la historia es una progresión desde una libertad menor hacia un estado de libertad máxima, la filosofía de la historia, es para Hegel, entonces, la observación pensante de la misma, la razón dominaba, el mundo; en la historia universal privaban los componentes razonables, la razón era un poder infinito. Para Hegel el objetivo de esta disertación es la historia universal filosófica, planteando que se trata de unas reflexiones generalizadas extraídas de la misma reflexión sobre la historia. Supone tres métodos para enfocar la historia, primero la historia originaria donde presenta como ejemplo los clásicos “Heródoto, Tucídides y otros historiadores figuras que describían preferentemente las acciones, acontecimientos que tenían ante sus ojos y con los cuales estaba consubstanciados” (Hegel, 1976, 33).
Esta primera manera de escribir la historia para Hegel presentando a los originarios historiadores que trasmutan los acontecimientos, acciones y circunstancias de sus tiempos en obras de una representación consciente, que demuestran material de lo actualizado vivo de sus alrededores, pues describen todo aquello de lo que han participado o si se puede decir de lo convivido. Esto no sólo es la sabiduría, sino la representación cultural de sus acciones. Es entonces una historia situada con pretensión de universalidad, en la cual se “fotografían” los hechos de los hombres, pero no de cualquier hombre, sino de los griegos y de los persas, porque se pretende mostrar es su historia ¿acaso cada hombre no es hijo de su tiempo?, es así como la historia del espíritu, por lo menos en este momento, se subordina a la historia de cada hombre, pues al inmortalizar los hechos de algunos hombres coharta la libertad del espíritu universal, a no ser, que el mismo espíritu así lo haya determinado, en su expresión de ejercicio razonable.
Presenta entonces características individuales de seres humanos y de lo acontecido; “no se dedica a reflexiones por cuanto vive solo en el espíritu de las cosas y no se ha elevado todavía sobre sí mismas” (Ibid. 34). Tal vez no reflexionado, no se dedica a reflexiones por cuanto explica que viven solo en el espíritu de las cosas y no se ha elevado todavía sobre las mismas. Es cierto que a menudo se dice que sólo fueron maneras de hablar, con lo que quieren caracterizar su contenido de ingenuidad; y que tales afirmaciones constituyen solamente verbosidad, y esta tiene como única ventaja la de ser inocente, lo que exterioriza un historiador dice Hegel: “no es una conciencia individual prestada sino que presenta la formación cultural propia del que habla” (Ibid. 35). Estos historiadores originarios, elaboran el material que tienen en su perspectiva transformándolo para su concepción, y como lo plantea Hegel en su texto ellos contaban las informaciones y los relatos de otras personas también de fuentes diversas no solo lo que veían, pues “no es posible que un ser humano vea directamente las cosas” (Ibid. 34).
El segundo método que plantea Hegel es la historia reflejada, “a la que se acerca el investigador con su espíritu, que es distinto al del espíritu del contenido” (Ibid. 36). Se requiere una visión global de toda la historia de un pueblo, de un país o del mundo, en una palabra lo que define Hegel como escribir la historia general, en este caso, es lo más importante, la elaboración del material histórico, para ello explica, serán de capital importancia los principios que se forma el propio autor, en parte por el contenido y la finalidad de las acciones y los acontecimientos, y en parte según la forma como se propone escribir la historia, “este modo de historia reflexionada que ensambla por de pronto con la que precedió, sobre todo cuando no tiene otra finalidad que presentar la totalidad de historia de un país.” (Ibid.36). Esta segunda concepción de historia, ensambla a la historia originaria para presentar la totalidad de la historia de un país, de un territorio, a ellas pertenecen según nuestro autor en cuestión las de tito Livio, Diodoro de Sicilia y la historia suiza de Johannes Von Müller. “Empero ese tono uniforme que debe tener un individuo perteneciente a un determinado nivel cultural, deja de adaptarse a menudo a la época histórica que describe y, en consecuencia, el espíritu con que habla el autor diverge con el espíritu de esos tiempos”. (Ibid. 36). Su dialéctica continúa, y a esta vez le vuelve a tocar el turno al espíritu. Entonces para Hegel hay dos espíritus o mejor se manifiesta de dos formas: el primero hace referencia a un espíritu universal único, el espíritu de todos los tiempos, pero hace un separación de ese espíritu al manifestar, que el espíritu con el que habla Herodoto, no es el mismo espíritu de otros tiempos, esto es demasiado importante ya que entonces el espíritu único universal acepta que no es único que no está solo que está formado por espíritus más pequeños o que tiene momentos históricos en el cual piensa y actúa de formas diferentes, o más esperanzador, es llegar a pensar que reconoce a cada individuo como parte de sí, como un momento de su existencia y así la historia se universaliza en tiempo y en espacio, pues reconoce que todos los tiempos y espacios son suyos, pero que también se debe a ellos. Existe para Hegel una segunda forma de historia reflexionada, la historia pragmática, “Cuando tenemos que vérnosla con el pasado y nos ocupamos de un mundo remoto, se va abriendo para el espíritu una visión del presente que se le brinda como presente para su esfuerzo de investigador” (Ibid. 37). El pasado remoto base de la historia originaria escrita por aquellos hombres que contaban las informaciones y los relatos de manera a través de sus escritos dan a conocer el mundo en el cual vivieron, pero que trascienden en el tiempo y en el espacio, son importantes por la minuciosidad del detalle, pues los relatos dados a groso modo muestran unos limitados detalles de la realidad que quiere conocerse y de alguna manera comprenderse, pero ese pasado remoto abre para Hegel una ventana donde el espíritu entra a tomar parte de la historia generando en el historiador un esfuerzo de investigación. Todo tiempo contiene circunstancias especiales que implican situaciones altamente individuales, al punto que solo puede decirse en base las mismas. A cada uno de esos escritores se ofrece el material y cada una puede creerse capaz de ordenar y elaborarlo para que aparezca su espíritu como el espíritu de los tiempos. Los hombres sienten odio y hacen la guerra, se disputan el poder y los bienes, se asesinan y realizan los vejámenes más crueles, pero también aman y dan su vida por sus ideales, salvan vidas, son solidarios, se desprenden de sí mismos en función del otro. Defienden sus creencias, su religión, pero son igualmente tolerantes, todo esto es humano, no es divino aunque Dios termine aprobándolo o censurándolo, la historia entonces la hacen los hombres que viven, pero no la hacen solos, no tendría sentido, y entonces a la escritura de cada uno, se le imprime la firma de su pueblo, del pueblo latinoamericano, ruso, europeo, africano o palestino por ejemplo, la historia así no es una historia muerta, es una historia viva, el espíritu entonces vive en cada época y lugar.
La tercera forma de historia, la reflectante, es crítica; se trata de una manera para lograr un presente en la historia, poniendo ocurrencias subjetivas en lugar de datos históricos, ocurrencias que se consideran tanto excelentes como audaces, es decir cuando más débiles son sus fundamentos y cuando mas contradicen a lo decisivo de la historia. “no es la historia en sí lo que expone sino una historia de la historia y una apreciación de los relatos, como así también una investigación sobre la veracidad y el grado de fe que merece” (Ibid. 39). Es ésta la historia crítica.
Para Hegel, la última forma de historia es aquella que se presenta como la que opera con abstracciones. Es el recuento de las anteriores, es aquella que se presenta de entrada, dice Hegel: “como algo en cierta manera parcializado” (Ibid. 39), opera con abstracciones, pero constituye, al tomar puntos de vista generales de la historia una transición hacia la historia universal filosófica ejemplificándola como la historia del arte, del derecho de la religión etc. Con esta categoría se llega a la historia filosófica, debido a que las anteriores afirma el autor, no han requerido ninguna aclaración, por cuanto su concepto era sobreentendido, ésta si requiere de una definición o justificación. La historia tiene por misión, dice Hegel, constatar lo que es y lo que ha sido, los acontecimientos y las acciones y mantenerse más verídica cuando más se atiende a lo existente; plantea Hegel que el único pensamiento que aporta la filosofía es la idea de la razón, la razón que domina al mundo y que, por lo mismo, privaron también en la historia universal los componentes razonables. “Es que cuando se aporta el pensamiento y una honda definición de la razón a la historia universal, por lo menos se debería tener la firme e indestructible fe de que existe en ella el principio de la razón. Igualmente debe tenerse la convicción de que el mundo de la inteligencia y de la consciente voluntad no está atado a la causalidad sino debe exteriorizarse a la luz de una consciente idea” (Ibid. 41). Aquí implícitamente, hace una tajante división entre lo racional y lo irracional, pues la historia pertenecería a lo primero y excluiría lo segundo por lo menos en lo que tiene que ver con el sujeto histórico, si la razón es el fundamento histórico de la consciencia. Concretizando un poco el asunto, el fin de la reflexión hace pensar que es necesario considerar al ser histórico como un ser racional, puesto que en todo lo humano interviene el pensamiento, y es a la filosofía a quien se le atribuye el pensamiento propio, con esto se dirige a la historia tratándola como un material, disponiéndola con arreglo al pensamiento y construyendo a priori una historia o lo que ha acontecido de modo que los sucedido se muestra ante nosotros mediante el enlace de acontecimientos con causas y fundamentos de lo sucedido, este viene a ser el pensamiento lógico para las deducciones que se hacen de la historia, es el relato del desarrollo de la libertad humana. El último momento en que se desarrolla el espíritu y el momento en que la idea toma conciencia de sí misma, lógicamente que aquí la historia inocentemente por parte de Hegel se hace occidental puesto que la filosofía en esencia es parte esencial de la tradición cultural de occidente, esto se puede interpretar independientemente que la idea la intención de Hegel haya sido en ese sentido. Ahora bien, la historia universal es el proceso por el cual el espíritu llega a una conciencia real de sí mismo como libertad, esta es entendida como el progreso de la formación de la conciencia de la libertad humana, así Hegel parece justificar toda la barbarie de la historia , pero dice que en la realidad y la razón humana se integra la contradicción, momentos positivos y negativos, el bien y el mal desde una postura ética, la conciencia de la libertad surge en principio como libertad íntima de pensamiento, de religión para pasar a libertad de acción. Pero la verdadera libertad es la libertad humana en cuanto a manifestaciones del espíritu absoluto que no tiene otro fin que sí mismo, pero esta conciencia se obtiene sólo y a través de la mente humana, y el espíritu divino, tal como se manifiesta en la historia a través de la conciencia del hombre, que viene a ser el espíritu del mundo por ello historia, es el proceso por el cual el espíritu del mundo llega a explicar la conciencia que tiene de sí mismo como libre, es un proceso racional, un movimiento hacia una meta que está determinada por la naturaleza, más que por ninguna decisión humana, puede parecer que todo lo que ocurre está justificado por el mismo hecho de que ocurra.
La historia universal es precisamente ese largo proceso implicado en el nacimiento y desarrollo del espíritu, constituyendo una verdadera teodicea, vale decir, la justificación de Dios en la historia, pero únicamente esta conciencia puede reconciliar el espíritu racional con la historia del mundo, es decir con la individualidad de cada ser humano y de su multifacética realidad, es decir la historia como fenómeno dialéctico: espíritu-materia, o cuerpo y alma al estilo aristotélico, solo que el alma no sería colectiva sino individual en el caso de Aristóteles. Sin embargo, el espíritu jalona hacia la búsqueda de libertad, por lo cual existe y se justifica la guerra, la lucha del hombre y del espíritu contra sí mismos, pues si el espíritu es uno solo, tiene que soportar el peso de su propia conciencia, pues él debe dar cuenta de la lucha de las individualidades que él mismo, encarna, la historia entonces es una lucha consigo del espíritu consigo mismo en nombre de la libertad, seguramente debe aceptar que ello requiere sacrificio. “Yo entiendo concretamente la actividad de los hombres en función de intereses particulares, con propósitos especiales o, si se quiere, con finalidades egoístas, vale decir que colocan en ellas toda la energía de la voluntad y de su carácter y que sacrifican otros aspectos que también pueden constituir una meta” (Ibid. 54).
La historia universal es para Hegel un conjunto de fases o épocas que se van sucediendo dialécticamente en un progresivo avance de la realización de la libertad a través del Estado, que no sólo no coarta la libertad de los individuos, sino que es la única forma de que estos vivan en libertad. Hegel distingue tres estadios en este progreso de la conciencia en libertad que constituye la trama de la historia y que el autor sustenta con la historia misma como proceso cronológico. Aquí las consecuencias son un poco nefastas para algunos pueblos si se tiene en cuenta que las fases propuestas lamentablemente tuvieron que transcurrir en diferentes lugares, ello se podría remediar aceptando que dentro del proceso de búsqueda de libertad, todo momento es igual válido e importante, pensar en un solo momento de realización implicaría negar la historia de algunos pueblos, idea errónea si se piensa que el espíritu universal es único y este tuvo que atravesar penosos y oscuros momentos para lograr su libertad, con razón Hegel reconoce que deben existir sacrificios y duros momentos y acontecimientos. Es el primer período, la infancia de la humanidad, que se caracteriza por la ausencia de libertad. Los orientales no saben que el hombre como tal es libre, y, como no lo saben, no lo son. Solamente un hombre era libre, el déspota. Es la época de despotismo en la que el poder del estado se concentra en un solo individuo. El individuo, pues, está absorbido por el estado. En la relación individuo-colectividad prevalece el elemento comunidad. Pertenecen a este periodo China, India, Persia, Asia Menor y Egipto. Es el segundo periodo, Grecia y Roma, que contiene la historia del mundo grecorromano. Es la etapa de la adolescencia de la humanidad. Se inicia la conciencia de la libertad, y por ello se lucha por la libertad. Pero entre Griegos y romanos sólo sabían que algunos hombres eran libres, pero no que el hombre como tal lo fuera. Por ello se dio la esclavitud. Sigue prevaleciendo el elemento comunitario sobre el elemento individual (polis griega). El tercer periodo, los pueblos germánicos que representan la ancianidad de la humanidad. Es un periodo que se prolonga desde la llegada del Cristianismo hasta la época actual la de Hegel, es el periodo de la libertad, que surgió con el Cristianismo, no llegó a tener inmediata expresión en las leyes y en las instituciones porque con el triunfo cristiano perduró la esclavitud. Ha sido necesario un largo proceso de desarrollo de los pueblos antes del reconocimiento explícito de la libertad. Sólo las naciones germánicas han llegado a la conciencia de que el hombre es libre como hombre. Es la etapa de madurez de la Historia: todos somos libres. Todos los hombres se sienten y son libres en éste se da la abolición de la esclavitud, y se realiza su libertad a través del estado.
La razón hace que el interés particular de la pasión sirva de cebo a la realización del interés universal. La institución que asegura la consecución del fin al que se dirige la historia es el estado. Este es algo así como el material con el que se construye la historia y llega al fin último del espíritu. El estado es la realización de la libertad, la unión de la voluntad universal del Espíritu y de la voluntad subjetiva del individuo. Sólo en la obediencia al estado es el hombre verdaderamente libre. Por eso los grandes individuos históricos han sido los creadores de los grandes estados. “No podemos olvidar que desde el punto de vista de la historia debemos profundizar en aquello que ha sido y en lo que es. Por otra parte en lo que concierne a la filosofía, no debemos ocuparnos de lo que nunca llego a ser tampoco con aquello otro que recién asomará. Nuestra misión debe cifrarse en lo que es en el tiempo eterno: razón suprema y en ello nos bastara con amplitud” (Ibid. 54).
